Por Cecilia Binimelis
Saco basura cada dos meses, mensualmente si hay limpieza especial, y a todo residuo se le da nueva vida. Por eso al leer recientemente un artículo en El Mercurio sobre la puesta en marcha de la Ley de Reciclaje a partir del 2022 eché de menos dos puntos que tienen que ver con el ciudadano a pie que desea reducir lo que ya no sirve: lugares donde llevar sus materiales (mini pymes o puntos limpios); y conocimientos para reciclar en forma eficiente.
Hay toda una cadena que va desde las empresas que fabrican envases y embalajes e industrias que necesitan envasar sus productos o que dejan residuos fruto del sistema de producción, hasta empresas que recogen materiales reciclables separados y recolectores de base organizados con uniformes y vehículos. Estos últimos se localizan en comunas de mayores ingresos, cuentan en general con apoyo municipal y recogen diarios, botellas, etc. de edificios de departamentos. casas y locales comerciales-
En comunas populares y de clase media hay recolectores más informales, pero también existen puntos de compra de metales, diarios y cartones y ciertas botellas de vidrio, como en San Joaquín, Santiago y Lo Espejo. Su importancia radica en que son fuente de recursos para personas que así logran el alimento diario, para quienes aumentan el presupuesto familiar y para organizaciones sociales e instituciones en búsqueda de fondos. Los precios que se pagan son bajísimos, hasta un tercio de lo que se cancelaba 10 años atrás, pese a todo cumplen una función primordial en zonas de pobreza. Igualmente, importantes son las empresas públicas y algunas privadas donde se recicla, especialmente papel, para determinadas fundaciones que trabajan con niños, discapacitados o adultos mayores.
Otra posibilidad son los puntos limpios que en la capital funcionan con altos y bajos dependiendo de la recolección que hacen las grandes empresas recicladoras. Hay comunas más acomodadas donde todo se mantiene ordenado. Pero en otras no. Los contenedores de Cristalerías Chile destinados a Coaniquem en general se llenan, la gente amontona botellas (y basura) a su alrededor: al final los vecinos afectados piden que se retire el contenedor como ha sucedido en Puente Alto. En un punto limpio de Sodimac en Los Cerrillos la separación de residuos se borra cuando los recipientes se colman y nadie los retira, terminando en un mini basural. En ciertas sedes universitarias se fomenta el reciclaje, se separa y luego llega el camión recolector junta todo y lo lleva al vertedero.
Por último, todavía hay desconocimiento sobre como reciclar correctamente. La municipalidad de Ñuñoa, que recoge una vez por semana todo lo reciclable y tiene una buena gestión para aprovechar residuos valiosos, enfrenta el hecho de recibir restos mezclados como plásticos con botellas o papeles con latas, un trabajo extra para los recolectores.
Resumiendo, para reducir la presión sobre vertederos en los próximos años y para que las cifras de reciclaje en Chile alcancen niveles internacionales habrá que promover, entre otras iniciativas, la creación de puntos de venta de reciclables, los que hoy tienden a desaparecer en comunas como La Cisterna, La Granja, Puente Alto para nombrar algunas, mejorar el retiro de materiales en los puntos limpios y capacitar a la ciudadanía para no sucumbir bajo avalanchas de desperdicios. Que eso lo hagan los municipios, el Estado, organizaciones ambientales o medios de comunicación no importa, pero sí que se haya ya.